domingo, 30 de marzo de 2008

Exposición CONXITA OLIVER. Madrid








CONXITA OLIVER (Barcelona 1923), EN EL AULA CULTURAL DE LAS VENTAS – MADRID

El Aula Cultural de la Plaza de toros Monumental de Las Ventas, en su Sala Antonio Bienvenida, inaugura el próximo domingo, día 30 de marzo a las 12,00 horas, y hasta el 15 de abril, la exposición de óleos de la artista catalana Conxita Oliver.

Como parte de un proceso intenso y significativo de difusión del arte y la cultura de nuestros días, Sleuwen Bentz Fine Art y Pau d`Arara trabajan en función de promover la obra de artistas españoles y latinoamericanos que cuentan con una sólida trayectoria, pero para los que también resulta importante una mayor internacionalización y difusión de su trabajo.

Por este motivo, nos gustaria presentar a la ya consagrada artista catalana Conxita Oliver en Madrid, para poder ofrecer a coleccionistas y público en general la oportunidad de conocer y adquirir la obra reciente de esta artista de densa trayectória.

En el año 2007 se le ha concedido a Conxita Oliver la medalla de oro del Real Círculo Artístico de Barcelona, entre otros insignes premios como el Diploma del Europa Museum de Schengen (Luxemburgo), además de ser la artista invitada para exponer en la sede de este Museo cuna de la nueva Europa; Tambien se le concedió el diploma y medalla al mérito artístico por la AEFE (Asociación española de fomento europeo), además de celebrar una exposición antológica en su ciudad natal, Barcelona.

Conxita Oliver i Durán es hija del pintor y grabador de vídrio artístico Joan Oliver Sardá y de la profesora de piano Mercedes Durán Fábrega, así como sobrina del paisajista Ricard Durán Altamira. Paralelamente a su actividad creadora ejerció como copista del Museo del Prado en Madrid y el Museo de Arte Moderno de Barcelona, y restauradora de obras de arte. En la actualidad se dedica exclusivamente a la creación pictórica.

Texto: Francisco Lara Mora (comisario).

martes, 11 de marzo de 2008

Exposición CHICO DA SILVA. Barcelona









CUANDO EL IMPULSO Y LA CREACIÓN COINCIDEN

Chico da Silva cuya vida transcurre entre 1910/1923 y 1985 en medio de las leyendas y las realidades de las zonas sur amazónicas del Brasil, en una de cuyas lindes con el mar se halla la océano atlántica Fortaleza – que acabó dando nombre de ciudad al lugar -, nacida de la voluntad de Felipe II cuando, como se decía, en sus reinos nunca se ponía el sol, tierras, empero, que debían ser militarmente salvaguardadas de las curiosidades de los burgueses holandeses, o de las ansias expansivas de los poderes de otras procedencias, en esas geografías, con todo lo que ello supone de realidad natural y de ingerencia humana a base de aniquilaciones de población y de inmigraciones provocadas y forzadas, en esos lugares aparece un nativo que siente la necesidad de expresar, plasmándolas en imágenes con formas y colores, sus vivencias: es Chico da Silva. 

Si tenemos noticias de él es porque hubo alguien, un curioso foráneo, Jean-Pierre Chabloz, que viendo lo que dibujaba y pintaba aquel indígena creyó que valía la pena dar a conocer sus figuraciones formales a los llamados centros de alta cultura por lo que de interés etnológico y antropológico pudieran contener, pero también porque en la cultura occidental se ha dado en considerar arte lo que en otras zonas de concentración u organización humana no es nada más que expresión de no sabemos exactamente de qué tipo, si vivencial, de asentamiento y conocimiento en un territorio, o se trata de una información espiritual que pueda convenir a otros semejantes para que estén al tanto de las circunstancias y puedan prevenir o defenderse de lo que les pueda acechar, pero que desde una perspectiva estrictamente estética – expresión sensible – puede ser considerado arte: un mundo de formas que tienen suficiente autonomía para ser tomadas fuera de su contexto y percibidas como simple complejo formal de líneas y colores según una cierta combinación, sin más, y que se agota con su presencia y realidad plástica.

Creo que en lo que acabo de relatar está emplazado todo el contenido de las maravillosas y extrañas formas que – conducido y fomentado de la mano de Chabloz – realizó, durante los años en que estuvo en condiciones para ello, Chico da Silva. Se trata de una flora y de una fauna que podrían perfectamente pertenecer a una zoomorfología y a una botánica delirante que nace del imaginario de su creador, pero que también tiene su génesis en lo que la realidad ofrece y las historias que le han contado al activista artista – aquel que con sus manos y con lo que tiene derredor suyo es capaz de elaborar formas para lo que no las tiene definidas - impulsan y provocan al que se siente creador de mundos que no se ven pero que se sienten en lo más profundo de la intimidad.

Chico da Silva en una cultura racionalista de tipo occidental sería considerado un artista magicista porque las formas no provienen de la copia de lo que objetivamente le entorna sino de un impulso interior incontrolado que, no obstante, la sociedad sabe que nace de un incómodo asentamiento ante la realidad social, de una especial condición fisiológica del afectado o de ambas cosas a la vez. Pero en una sociedad natural, primaria, con todos los avatares históricos que sin embargo ello implica aun en la actualidad, en este tipo de entorno provocador de formas, el artista, el creador, en este caso Chico da Silva, cuando dibuja, pinta, se expresa, lo que transfiere en los planos al alcance de su entorno es lo que él cree entrever, sabe con que se topa cuando vive, se enfrenta, cuando medita o confabula para emplazarse en la realidad. Hemos de decir, pues, que se trata de una expresión natural, sincera, manifestada espontáneamente; y así es percibida, sin los mecanismos psicológicos o de defensa con los que pueda actuar su actor, Y así es considerada obra de arte. La cultura occidental en todos los tiempos ha dado muy buenos ejemplos de artistas y de obras de arte que han aparecido y se han manifestado en estas circunstancias de creatividad. No vamos a considerar indigenista la creación de alguien que procede según los condicionantes de la creatividad de todos los tiempos y de todas las latitudes simplemente porque tengan sus obras una génesis fuera de los contextos establecidos y aceptados.

Una reflexión final que me ha proporcionado la visión en directo de un buen número de obras de Chico da Silva es que me ha ayudado para una cuestión que si bien no es trascendental para la actualidad vital sí que lo puede ser para un saber cultural falsamente enfocado y orientado: el que se refiere al tronco único de la génesis del hombre en la tierra. No es preciso que todos provengamos de una única pareja inicial, que haya un solo origen para toda la especie humana. Chico da Silva me ha provocado la sensación que en cualquier parte del mundo, en las circunstancias más variadas puede aparecer el hecho sensible humano y, consecuencia de ello, a partir de una manera consciente de encontrarse en el mundo empezar a aportar las respuestas formales que nos permitan conocerlo según nos parece o se nos antoja.

La humanidad ha aparecido en muchas partes del mundo y en cada una de ellas se ha desarrollado según las circunstancias en las que se hallaba y en función y relación con lo que fuere su entorno. La fauna y la flora que ha elaborado mágicamente Chico da Silva es la prueba que el ser humano vive profundamente su entorno, su circunstancia, lo que sabe de ello y lo que le han contado y, a partir de todo ello elabora la forma de posesionarse de la realidad. En determinadas circunstancias esas formas elaboradas pueden ser consideradas obras de arte, en otras circunstancias son la expresión de los afectos y de los temores del entorno para con quien está en contacto con la realidad insoslayable de la naturaleza y, en la actualidad, de las culturas tecnificadas.

Muchas gracias Chico da Silva; aprenderemos mucho de tus ingeniosas, ricas y formalmente suculentas obras. Merecen ser estudiadas con detalle y profundidad. 

Texto: Arnau Puig. Filósofo y crítico de arte (en la fotografía superior).