viernes, 14 de noviembre de 2008

Exposición CHICO DA SILVA. Guadalajara

"Lo indígena y lo popular cuando produce
arte es tan contemporáneo como lo más". Kevin Power.

EL DESCUBRIMIENTO

Llegaba a Fortaleza, capital del estado de Ceará, en el Nordeste brasileño, el último día de carnaval de 1995. De camino a mi alojamiento, desde el aeropuerto entonces local, encontramos una comitiva de “Maracatú”- un cortejo, con danzas y música, heredado de los tiempos de la esclavitud que representa el ritual de la coronación de los reyes africanos en tierras brasileñas-, la atmósfera era fascinante y aun hoy me emociona el recuerdo. Por supuesto que no tenía la menor idea de qué era aquello, ni el “bumba meu boi”, “Dragaô do mar”, el “forró”, los “soldados de la borracha”, los “cangaçeiros” o María Bonita. Desde entonces, hasta hoy, Brasil –y especialmente el Nordeste - se convirtió para mi en el único destino fuera de la Unión Europea, no es poco; sus dimensiones equivalen a diecisiete veces el territorio español. Desde el primer momento me llamó la atención que la estética artística dominante en las ciudades era netamente europea o norteamericana, lo que aquí llamamos occidental.

Conocí vida y obra de Chico da Silva en los libros de Roberto Galvâo y tuve sus obras por primera vez en mis manos dos años más tarde, en los días en que organizamos una exposición de obra gráfica del autor español José Rincón en el MAUC de Fortaleza, el Museo de Arte Universidad de Ceará. Pedro Eymar, el director, y propulsor de la ampliación recién terminada, nos mostró en los depósitos del Museo las obras realizadas por Chico en el tiempo que fue contratado por la Universidad, como fórmula para sostener económicamente al artista y que éste pudiese continuar desarrollando su tarea creativa. Fue un auténtico privilegio porque aquellas obras nunca habían sido expuestas públicamente. Quedamos maravillados y desde entonces adquirí el compromiso interno de procurar la difusión de aquel trabajo que, como poco, estimé auténtico y universal, y una buena base sobre la que afianzar la autoestima y reconocer los valores estéticos autóctonos.

Como desgraciadamente sucede en otros países del ex- -Tercer Mundo, en Brasil la distancia entre la ciudadanía, entre ciudadanos de primera y segunda, y las dificultades de pasar del segundo grupo al primero es una de las cuestiones que más me conmueven. Están viviendo un presente distinto del nuestro, si bien, en la actualidad los acontecimientos se precipitan con tal aceleración, que estimo que este orden de cosas no irá más allá de diez o quince años, quizás sólo seis o siete.

En general, visitando las ferias de arte internacionales, y sólo como una apreciación estética, se puede observar como la representación brasileña suele ser blanca, como blancas son las actrices o modelos que aparecen en las portadas de las revistas y blanca ha sido la élite social, política y económica que ha dirigido el país. Y esto justamente en la nación del mestizaje. El arte reproduce las estructuras del poder y frente al concepto de calidad elitista, distante de la sociedad, procede el inicio de un diálogo riguroso que sitúe en el mismo nivel obras y autores procedentes del arte culto, el de masas y el popular, atendiendo a criterios como esencia y finalidad.

MODERNIDAD Y POSMODERNISMO

Uno de los logros de los tiempos posmodernos, en que vivimos, es la apertura del espacio, con múltiples perspectivas para analizar los problemas contemporáneos y observar los errores sobrevenidos en la modernidad. Entiendo por modernidad el período de transformación de la sociedad rural tradicional a la sociedad industrial y urbana moderna; que se produce con la Revolución Industrial, pero que no se da en todos los lugares al mismo tiempo.

Mirando en este caso al continente brasileño, tienen sentido las palabras del investigador argentino, nacionalizado estadounidense, Walter Mignolo, hacia el Tercer Mundo americano: “La colonialidad del poder implicó la colonialidad del saber y contribuyó a desmantelar (a veces con buenas intenciones) los sistemas legales indígenas y también (nunca con buenas intenciones) a desmantelar la filosofía y organización económica indígenas”.

Era un tiempo esencialmente elitista, centrado en el dominio del hombre, que mantenía estructuras del pasado para establecer las jerarquías del poder. Además, en el siglo XX, con la implantación de la televisión se produce una decisiva desculturización de los pueblos cuya cultura se basaba en la tradición oral, produciendo una lamentable desectructuración social.

Hoy la situación está cambiando, recupera valor lo local, no hay una situación tan egocéntrica, somos parte de una situación enormemente compleja e indefinida, y existe una coyuntura más dialogante. Esta coyuntura sumada a la necesidad de recuperar los signos de identidad que permiten a las diferentes comunidades a tomar posiciones en el nuevo escenario mundial, sin la confusión de los signos impuestos, ha llevado a que se tome en valor la obra de artistas populares o indígenas, como es el caso de Chico.


GLOBALIZACIÓN

En realidad se trata de un capitalismo global. Porque, por el momento, únicamente el capital es global y mediante el márketing y la publicidad se pretende la homogeneización de la sociedad. En palabras de Antoni Muntadas (artista barcelonés padre del net.art español que vive y trabaja en Nueva York): “A través de campañas, carteles, radio y televisión, el poder se impone, no por las armas, sino más bien por el sonido y la imagen”. Ciertamente, con el desarrollo tecnológico actual sorprende el uso de la guerra convencional y los diferentes terrorismos. Ambos parecen destinados a generar y difundir imágenes y mensajes con el fin de afectar al cuerpo emocional de las diversas sociedades, confrontando negativamente seguridad y libertad.

Mediante el mecanismo de asimilación se sustituye el consumo diario de cultura popular por la cultura de masas, como forma hegemónica y excluyente. Frente a esta concepción del mundo separado de sus raíces culturales, aparece la aceptación de diferentes mundos con su “historia interna específica, ritmo propio y modo peculiar de existir en el tiempo histórico y en el tiempo subjetivo” (Alfredo Bosi).

“Por otra parte la mezcla consciente o apropiación de elementos de otras culturas, aparece como vía de interculturalidad, como contrapunto de la imposición que persigue la homogenización” (Antonio Gramsci). En definitiva, sin imposiciones puede haber, y hay, aceptación y préstamo de elementos entre diversas culturas, lo que las enriquece mutuamente.

El exceso económico y técnico en EEUU y Europa dificulta el ejercicio del pensamiento crítico, en contraposición del pensamiento único, quedando a cargo de grupos o personas casi marginales o, cuanto menos contraculturales, puesto que las sociedades norteamericana y europea ensalzan la competitividad, la eficiencia y el éxito. De ahí la importancia inusitada que cobra el pensamiento crítico proveniente de las sociedades en vías de desarrollo, como es el caso de Brasil. Chico, artista de generación espontánea, fuera de toda moda o tendencia impuesta desde el exterior, es exponente de esta sociedad brasileña al margen de la cultura de masas.

CHICO DA SILVA. EL NORDESTE

Entiendo que el Nordeste mantiene una dualidad, dos historias, dos culturas vivas, que no comprendemos sin conocer la intra-historia que, pese a la desculturización, aun no se ha borrado.

Uno de los valores del artista Chico da Silva es que su obra es un canal que conecta con la mitología más profunda y él mismo actúa como un chamán que desconoce, o no alcanza a explicar, el origen de su conocimiento.

“Así como los restos humanos y objetos hallados en las entrañas de la tierra nos conducen al conocimiento del tipo físico y de la civilización material del hombre prehistórico, de la misma manera el saber popular, que conserva los restos de sus creencias, nos dará a conocer la mitología y los cultos antiguos y nos ayudará a reconstruir la cultura espiritual de las primeras edades”. Son palabras del investigador José Miguel Barandián, recogidas en el libro “Quousque Tandem…!” del escultor Jorge Oteiza, que ilustran cuál es la intra-historia a la que me he referido.

Me entusiasma en el arte de Chico -un indio que no conoció la Escuela y que aprendió con su padre viajando por los ríos, en contacto con la naturaleza- que es un arte apre-hendido del mundo de la imaginación, el sueño y la alucinación, donde aflora el subconsciente ¿colectivo? Pintando de una manera intuitiva y no reflexiva, plasma, con una estética surrealista, paisajes alucinantes llenos de animales, bichos y monstruos; creando escenas mágicas. Su arte persigue enriquecer la sensibilidad de todos para elevar su comunidad a un estadio superior.

Teniendo en cuenta que muchas de las tradiciones que conservan las comunidades mas humildes del Nordeste son de procedencia ibérica, “literatura del cordel” (poesía y xilografía), “Bumba meu boi” (danza teatralizada y espontánea), “laberinto de bilro” (encaje de bolillos) y otras técnicas textiles, etc., teniendo en cuenta el pasado común -Vicente Pinzón fue el primer navegante europeo que recorrió las costas del Nordeste, antes de que Cabral descubriese la costa de Brasil, el Brasil “Filipino” en el tiempo del Imperio de Felipe II- y la gran presencia que en la actualidad tiene España en Latinoamérica, existen las condiciones para la creación de un puente intercultural que facilite el intercambio, sin imposiciones, sin dominio y poniendo en valor el diálogo. El acercamiento está presente tanto en las formas culturales como en las lingüísticas.

JOAN PONÇ

El alter ego de Chico da Silva en Cataluña sería Joan Ponç. Uno de los pintores catalanes más importantes del siglo XX con el que tiene múltiples coincidencias, tanto en vida como en obra.

Joan Ponç, como Chico, están pendientes de un auténtico reconocimiento, que profundice en el estudio y divulgación de sus respectivas obras. Incluso de ocupar el lugar que les corresponde como referencias populares en sus respectivos ámbitos.

Ambos tuvieron vidas paralelas y fallecieron en los años ochenta, en ciertos períodos experimentaron con temas similares, fruto de la intuición y la psicodelia; generaron una escuela y disfrutaron de discípulos con los que experimentaron profesionalmente. Pasaron temporadas recluidos en sanatorios mentales, enfrentaron periodos prolongados de dificultades económicas, e incluso Ponç vivió diez años en Brasil. Crearon sin dejarse llevar por los patrones estéticos establecidos y compartieron la convicción de que “el arte no es disciplina, sino libertad” (Arnau Puig).


CONDICIONES PARA UNA REVOLUCIÓN CULTURAL

Es tiempo de que reaccione el Nordeste, con su propio estilo, apreciando sus propios valores y abandonando el complejo de inferioridad creadora, frente al sur más industrializado, urbano y moderno.

El arte -como punta de lanza- es la herramienta adecuada, en sus diferentes representaciones (plástica, artesanía, cine, danza, música, teatro…) para generar una fuerte explosión creativa, proponer y definir nuevas relaciones socio-económicas, espirituales y humanas, así como para contar cómo todo esto acontece.

El Ayuntamiento de Sitges, villa costera como Fortaleza, ha tenido la sensibilidad y generosidad de acoger y patrocinar esta inusual exposición de la obra de este espléndido personaje y artista. Obra original por naturaleza que sintoniza por igual con el arte precolombino y con un arte tan contemporáneo como el de Joan Ponç.

Sitges, ciudad de artistas desde hace más de cien años, es ejemplo vivo de cómo el arte –y la generosidad de los artistas- puede ser protagonista de una enorme transformación económica, salvando importantes valores estéticos. Aquí he soñado que Ponç y Chico beben cachaça frente al fuego, junto a una ventana que da al mar. Ponç pregunta: “¿los monstruos existen?”, Chico responde: “¡Claro! Yo los he visto en el cine”. Y descubro en las pinturas de Chico los mapas del tesoro que guarda, durante siglos, la mayor riqueza aun sin expoliar: humanidad.

Texto: Francisco Lara Mora.